Ayer fuimos a comer a Coyoacán con motivo del cumpleaños de mi madrina. A la salida del restaurante hay una banca de madera que invita a ser utilizada. Mi papá y mi hijo aceptaron la invitación casi inmediatamente. Yo tardé un poco, pero decidí acompañarlos. Aquí dejo una muestra de lo que fue.
Lo mejor de la foto es que fue in fraganti, mi hermana nunca nos avisó que la tomaría y no logro recordar hacia dónde y qué mirábamos los tres con tanta curiosidad. Son de esas postales que sé me gustará ver a lo largo de los años y que seguro a mi hijo también le gustará remembrar e imaginar con propósito de los caprichos de una cámara aquella ocasión en la que abuelo, padre e hijo tenían lo mismo en mente.
4 comentarios:
Por dios, por dios, que hijo tan rico tienes.
Me gusta, los tres mirando en la misma dirección, tres estaturas, tres tamaños, tres edades, tres mentalidades...
jajajaja, esta genial la foto.
Las mejores fotos son las que no te esperas...
Aunque en Chiapas crean que te roba el alma, no le veo nada de malo a que esto suceda, ya que en algunos años las vuelves a ver y la recuperas... acompañada de muchas sonrisas...
Excelente fotografía, yo la atesoraría, la verdad.
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