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25.8.08

Calle Rivadeneyra


Una tía me mandó esta foto. Me imagino que la placa está en alguna calle de Cataluña, aunque seguramente algún español que ande por este blog me puede aclarar el origen del señalamiento.

3.1.08

Teotihuacan

Teotihuacan (o Teotihuacán, mexicanizado) es uno de mis destinos arqueológicos consentidos. Quien ha estado allí, frente a las pirámides, no puede sino sentir asombro. No puede sino maravillarme lo que estas personas fueron capaces de realizar con los recursos que en ese momento tenían. No soy de la idea de que los extraterrestres construyeron estas pirámides o las de Gizeh. Sí, en cambio, que estos pobladores desarrollaron tecnologías que los "civilizados" del siglo XXI aún no logramos comprender del todo. Sus observaciones astronómicas son sumamente adelantadas. En alguna ocasión leí en un libro de un arqueólogo estadounidense que todo Teotihuacan, que por cierto significa "Lugar donde los hombres se convierten en dioses", representaba el sistema solar con todo y el cinturón de asteroides. De acuerdo con sus mediciones la Pirámide del Sol, cuya imagen ven en la foto, representa al astro rey y la Pirámide de la Luna a nuestro satélite.

Todo el centro está conectado por una gran avenida conocida como la Calzada de los Muertos, a lo largo de la cual hay otras construcciones que van simulando los planetas y un río cercano representa el cinturón mencionado. No sé si todo esto sea cierto y así lo hayan pensado, pero el lugar para mí resulta mágico.
Aprovechando las fiestas decembrinas decidimos mi esposa y yo visitar este majestuoso lugar antes de finalizar el año. Nuestro hijo no lo conocía así que pensamos era un buen pretexto para ir. Si eso me va a llenar de energía y el resto de la parafernalia new age de moda me tiene sin cuidado. Como digo, estar allí es ya, en sí mismo, especial.

La Pirámide del Sol es imponente. Sus escalones de escasos centímentros de ancho dificultan la subida. Sin embargo, eso no nos impidió llegar a la mitad y desde allí contemplar el resto del centro ceremonial. La foto que ahora ven fue tomada arriba de la pirámide.

Siempre que voy hago el ejercicio de imaginar cómo fue todo lo que estoy viendo en su esplendor. Si pudiera viajar hacia atrás en el tiempo definitivamente iría a dos momentos: Teotihuacan y la Gran Tenochtitlan. ¡Qué envidia me dan los ojos de todos esos españoles que junto con Cortés pudieron apreciar --y maravillarse-- ante una civilización que relucía por su grandeza!

Gracias a todos por sus comentarios de fin de año. Deseo para todos ustedes también un 2008 lleno de aprendizaje y consciencia.



19.12.07

Los festivales

Aún tengo presente lo mucho que odiaba los festivales infantiles en la primaria --afortunadamente el martirio terminó con mi ingreso a la secundaria. Las razones para incomodarme son varias:
  • No me gusta bailar y allí tenía que hacerlo frente a una centena de papás.
  • Desde niño fui un clon de Sport Billy, es decir, lo mío era el deporte (el que me pusieran) y los ensayos para los bailables se realizaban justo en nuestra hora de deportes. De esa manera al menos tres meses eran desperdiciados aprendiendo pasos y coreografías.
  • Cada año se cantaba la misma canción a las madres, restándole así cualquier sentido de novedad que pudiera llegar a tener algo que en sí mismo, para mí, era aburrido.
  • Eran cursis.
  • Lo peor era el abrazo final de los papás donde yo me sentía ridículo.
De niño odiaba los festivales y se lo decía a todo mundo. Como papá esperaba evitar asistir a esas ridiculeces. Por supuesto, elaboré toda una argumentación --probablemente falaz-- sobre por qué dichas actividades eran un atentado contra el desarrollo físico de los niños mexicanos. Recuerdo que le decía, "si quieren ponernos a ensayar esas cosas que se busquen otro horario, pero que no me quiten mi hora de deportes que me correspondía". En Nueva York no recuerdo haber tenido que padecer semejante invasión y sí hacíamos festivales, pero nunca se sacrificaban las horas destinadas al deporte.
Ayer asistí al festival navideño de mi hijo en su escuela, donde recrearían escenas del Cascanueces de Tchaikovsky. Tomaba fotos y filmaba el bailable. Fue el segundo festival al que asistí, pero del primero ni me acuerdo sobre qué fue. Así que el de ayer fue como el primero. Llegamos a la escuela cuando daban la segunda llamada. Y comenzó...
Filmaba mientras aguardaba impaciente que saliera mi hijo a escena. Personificaría a uno de los ratones en la batalla contra los soldados. Llegó el momento. Salió mi ratón con su espada listo para blandirla contra el enemigo. Duró unos cinco minutos y llegaron los aplausos. En ese momento sentí una gran emoción y me descubrí a punto de soltar un par de lágrimas. Me contuve --no sé por qué lo hice--, ninguna escurrió mi mejilla. No recuerdo antes haber llegado a ese estado emocional. Claro que he llorado, pero nunca había sentido la necesidad de hacerlo por felicidad y orgullo. Estaba tan contento de ver lo que mi hijo había logrado en su festival que me superó.
El grinch de los festivales tiene ahora otra percepción de ellos. Por supuesto que mi hijo es el ratón cuyo perfil se puede apreciar en la foto.

27.9.07

4 generaciones

Alguna vez subí una foto donde estábamos mi papá, mi hijo y yo. Ahora subo esta que incluye, además, a mi abuelo.

23.7.07

Tres generaciones

Ayer fuimos a comer a Coyoacán con motivo del cumpleaños de mi madrina. A la salida del restaurante hay una banca de madera que invita a ser utilizada. Mi papá y mi hijo aceptaron la invitación casi inmediatamente. Yo tardé un poco, pero decidí acompañarlos. Aquí dejo una muestra de lo que fue.

Lo mejor de la foto es que fue in fraganti, mi hermana nunca nos avisó que la tomaría y no logro recordar hacia dónde y qué mirábamos los tres con tanta curiosidad. Son de esas postales que sé me gustará ver a lo largo de los años y que seguro a mi hijo también le gustará remembrar e imaginar con propósito de los caprichos de una cámara aquella ocasión en la que abuelo, padre e hijo tenían lo mismo en mente.

19.6.07

La mirada en una burbuja

Hace algunas semanas fuimos a visitar a mis papás. Allí le tenían a mi hijo un juego de burbujas que consiste en un frasco con líquido jabonoso -el cual sostiene en su mano izquierda- y un pequeño ventilador (algo que por cierto, fascina a mi hijo. Le encanta todo aquello que tenga motor, engranes, cadenas, ruedas, mangueras, bujías, pistones. Yo puedo asegurar que será ingeniero, algo que sólo sabré dentro de 16 años.)

Entre mi hijo y mi papá se pusieron a hacer burbujas de jabón con el pequeño ventilador. Entonces fui por la cámara y tomé esta foto. Ojalá mi hijo no pierda esa capacidad de asombro que lo hace explorar más y más todos los días.

16.6.07

Otro Pollock

Allí tienen a mi pequeño Pollock decorando la pared que le corresponde en su recámara. Definitivamente se ve muy blanca, qué bueno que le ponga algo de color.