29.11.07

El Lucifer que todos llevamos dentro[i] (v.2)

Ayer coloqué en la entrada anterior la primera parte de la entrevista que Natasha Mitchell le hizo en su programa de radio a Philip Zimbardo, doctor en psicología, especializado en el área social de ésta. En una ocasión (1971) llevó a cabo un experimento en el sótano de la Universdidad de Stanford: colocó a varias personas en un simulacro de prisión para conocer el comportamiento de unos y otros, reos y guardias, cuando todos estos jóvenes eran buenas personas. He aquí la segunda parte.

PZ: Y se ponía cada vez peor. Los guardias abusaban de los reos de la manera que se les ocurriera. Yo era el superintendente de la prisión y limitaba la agresión física, lo cual abrió la puerta para el abuso psicológico.

NM: Comenzaste más interesado en lo que los reos podían llegar a hacer, pero los guardias pronto se convirtieron el foco de interés, ¿no es así?

PZ: Sí, bueno, date cuenta que era 1971. En ese año estaba la revolución hippie, el sexo, las drogas y el rock and roll, pero también un movimiento anti-guerra y anti-cárceles. Así que los alumnos y yo mismo estábamos interesados en el comportamiento de los reos porque ninguno de nosotros imaginó ser guardias. Pero lo que terminó siendo fascinante fue la manera en la que los guardias se transformaron, quienes nosotros habíamos escogido y eran chicos normales, saludables –con estudios universitarios.

NM: Describes lo que fue una «ecología de la deshumanización».

PZ: Probablemente la deshumanización es el proceso psicológico básico que empuja a la gente buena a cometer cosas realmente malas. Piensas en la gente como menos que humanos, como animales. Los piensas como insectos, como bichos. Una vez inferiores, puedes hacer lo que te plazca o lo que el jefe te diga es necesario hacer. Lo sorprendente fue lo rápido y extremo que el medio ambiente le llegó a la gente.

En 36 horas el reo 861 tuvo el primer colapso emocional: gritaba, lloraba incontrolablemente, histérico. Tuvimos que dejarlo en libertad, era el organizador de la rebelión estudiantil. En el segundo día organizó una rebelión de los prisioneros contra los guardias pues no querían ser deshumanizados, no querían ser reducidos a números. Como era el organizador los guardias se enfocaron en él con la finalidad de destruirle su espíritu. De manera que pronto se convirtió en una venganza personal. Para el final del quinto día cinco alumnos tuvieron colapsos emocionales. Tuvimos que finalizar el estudio porque se salió completamente de control.

NM: Probablemente una de los hechos más perturbadores para mí fue que los reos no salieron a defenderse o apoyarse entre sí ­–ni los visitantes indicaron que había algún problema con lo que estaba sucediendo. De hecho, casi todos acabaron siendo cómplices del experimento, ¿no es así?

PZ: Totalmente. Acabas de tomar en cuenta algo que la mayor parte de la gente que conoce este estudio no ve. Si yo te digo que te imagines que eres un reo, ¿quién te gustaría tener para ayudarte? Tal vez dirías que un sacerdote católico o un defensor público o incluso tu madre. Traje varias veces a la prisión a todas esas personas. El punto es que lo que ellas vieron fue una escenificación, como las que se presentan en casi todas las cárceles cuando hay una audiencia o cuando se realiza una ejecución. Los padres, buenos clasemedieros, también forman parte de la situación de poder.

NM: Y aquí es donde tu rol es importante porque estuviste abogando por este experimento pero al mismo tiempo tuviste que hacer a un lado las pasiones, comportarte como el científico de una investigación objetiva –un conflicto de intereses, seguramente.

PZ: Volviste a dar en el clavo. Fue un gran error. No se pueden tomar ambos papeles. El experimentador tiene que ser objetivo y esencialmente de una manera que esté por encima de la realidad mundana de lo que está sucediendo, pues tu labor es la de obtener información. Así es posible saber que todo se está llevando lo más éticamente y científicamente posible. Como superintendente de la prisión tu trabajo es mantener la integridad de la misma.

NM: Fue alguien cercano a ti, un colega psicólogo, de hecho tu esposa, quien te planteó que lo terminaras lo antes posible. ¿Quién en cierto sentido te mostró la realidad de lo que habías creado?

PZ: Estar en una situación donde creé el infierno en el paraíso. La Universidad de Stanford es una de las universidades más hermosas en el mundo y logré crear un infierno en el sótano del Departamento de Psicología para todos esos alumnos. Esta joven mujer, Christina Maslach, recientemente había logrado entrar como profesora de psicología en Berkeley y nosotros apenas comenzábamos a salir. Miré y frente a mi puerta sucedía la tradicional ida al baño de las 10. Había reos con bolsas de papel en sus cabezas, las piernas encadenadas y un brazo en el hombre de cada uno de sus compañeros, marchando ciegos por el pasillo con los guardias gritándoles obscenamente. Subí la mirada de lo que estaba haciendo y dije: «oye Chris, mira eso, el crisol del comportamiento humano». Y ella dijo: «¡No quiero ver nada más de esto! No quiero escuchar sobre simulación, ni sobre el poder de la situación. Es terrible lo que les estás haciendo a estos muchachos. No son estudiantes, no son reos, no son guardias, son jóvenes, lo que les está sucediendo es terrible y tú eres el responsable de ello». Sentí como si tuviera una catarata en mis ojos. No lograba ver esta obviedad que ella logró ver en diez minutos que estuvo allí.

NM: Hablas de la disonancia cognitiva. Me parece que ese es un punto muy importante cuando los valores y moral personales están realmente en desventaja con su comportamiento.

PZ: Sí, es un fenómeno que se ha estudiado bastante por psicólogos. Sé que en Australia y en Estados Unidos se ha hecho. Tú sabes, cuando tu comportamiento no se acopla con tus valores y actitudes, lo que típicamente sucede es que tus valores y actitudes cambian para encajar con el comportamiento en lugar de que esto sea al revés.

NM: Sí, tendemos a patologizar los actos malos, ¿no? En los círculos de psicología, tu propia profesión, existe una tendencia a decir que la gente que realiza actos malos tiene una mente repugnante o que tiene una serie de genes repugnantes. En cierta medida esto democratizó al mal, este trabajo.

PZ: Existe una tendencia de explicar todo en términos de genética, procesos cerebrales, rasgos personales. Nuestra investigación es realmente una reacción esperada que dice sí, el comportamiento siempre es producto de lo que la gente trae hacia una situación. Pero lo que todos hemos subestimado es qué tan poderosas y sutiles son las fuerzas situacionales como para reconfigurar nuestro comportamiento. Ser conscientes de poseer esta vulnerabilidad es en sí misma la mejor protección contra ello.

NM: Hubo unas ganancias personales no esperadas para los alumnos y personal que formó parte de este experimento.

PZ: La fórmula común para evaluar un experimento éticamente cuestionado es, ¿la ganancia hacia la sociedad y la ciencia es superior al costo y dolor de los participantes? En este experimento la gente sufrió y eso lo hace no-ético. Sin embargo, hubo más ganancia de este experimento que de cualquier otro que yo conozca. Por ejemplo, ese joven Doug de la prisión 861, el primero en sufrir un colapso, tuvo un impacto tan fuerte en él que obtuvo una licenciatura en psicología clínica en Berkeley y por los últimos 25 años ha sido psicólogo de prisión en San Francisco. Mis alumnos hicieron una película que titularon La furia silenciosa: El experimento de la Prisión de Stanford, y lo que él comentó cuando los alumnos lo entrevistaron fue que toda su vida ha girado en torno a tratar de elevar la dignidad de los reos que son puestos bajo situaciones de abuso, así como reducir el potencial de sadismo en los guardias.

[i] Traducción del inglés por Roberto Rivadeneyra.

1 comentario:

Unknown dijo...

Qué cosa más interesante es esta entrevista. Plantea muchas preguntas. No pude evitar pensar en el nazismo. Por un lado yo siempre me había preguntado por qué los judíos no habían hecho una rebelión si eran seis millones [creo que de todas es la menos importante].
Otra cosa que me preguntaba es cómo había sido posible que tantas personas, nazis en este caso, quisieran hacer tanto daño...
Todos somos capaces de todo, es cierto, pero también creo que siempre, en las situaciones más adversas hay alguien que ha dicho "NO, esto es intolerable..." Siempre hay alguien dispuesto a ayudar a los demás y a erradicar la injusticia, como ha pasado en las guerras. Será mejor trabajar para optar por ello.