9.5.07

Estoy a dieta

En diciembre de 2005 comencé a laborar en una institución donde una de las prestaciones que los empleados tenemos es el comedor. Les platico cómo fue mi recepción, es decir, el primer platillo que comí como empleado.

De entrada unos palmitos rellenos, de plato fuerte un Rib Eye delicioso y el postre lo he olvidado, pero también suelen ser muy buenos. A lo largo del tiempo que llevo laborando en dicha institución he comido las más variadas cremas y sopas, y unos platillos suculentos como una riquísima paella que en ocasiones hacen, jaibas rellenas, lasagna de quesos. De postre unos helados de la mejor calidad, mouses, pasteles, tartas, pies. Además, siempre hay una canasta de pan al centro y sus respectivas mantequillas para untarle.

¡Imagínense esto! Comía como rey y me daba mis atascones porque además tenemos una cocineta con un refri lleno de refrescos y cada semana hay galletas riquísimas. Le empaqué a mi cuerpo todo lo que me encontraba y con la vida sedentaria de alguien que permanece 8 horas sentado frente a la computadora no había otra consecuencia: engordé. Las leyes de la física me castigaron con hasta 16 kilos de más. Entré pesando 72 y llegué a pesar 88.

Entonces decidí que era hora de tomar una decisión saludable y fui con una nutrióloga (muy recomendable, cuando quieran les paso el dato). He ido con ella desde hace tres meses y ya peso 74. Qué bien se siente estar delgado otra vez, aunque eso sí, extraño los postres, el sidral y las galletas de chocolate. Lo bueno de estar con una nutrióloga es que te enseña a comer y entonces de vez en cuando sí me doy permiso de una galletita por acá y un postresito por allá. Increíblemente, a pesar de eso, en estos meses de buen comer siempre que voy a cita bajo al menos 2 kilos.

¿Quién será el siguiente ente saludable?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

yo nnnnnnnnooooooooooo jajajaja, creo que mi parte favorita de vivir, es comer.

Roberto Rivadeneyra dijo...

A mí también y por eso estuve a punto de pegarle a los 90.

Afortunados son los que heredaron el metabolismo de la esbeltez, con el cual puedes comer lo que sea y nunca engordar.

Anónimo dijo...

La solución está papita...

¿Cómo le hace uno para dejar de fumar?
R: Ya no fumes.

¿Cómo le hace uno para dejar de comer en abundancia?
R: Come poco

Parece tautología, pero la clave es simplemente la voluntad.

Tengo 11 años de no comer carne. ¿Cómo le hice? Leí un libro, me cayó el veinte y dije: ya no como más carne.

Al entrar al Tec y juntarme (sobre todo con Dorito) con los mairos, pues dejé de hacer ejercició y empecé a alimentarme muy mal (ya sabes como está la onda) cuando noté que mi cuerpo se había transformado (en dos años subí de 72 kgs. a 89) dije: ¡a la goma! Mandé allí mismo a Bourgé y me iba en horas de trabajo al gym y comencé a comer bien de nuevo.

¡Voluntad!

Un abrazo,
El Lutzzz...

Roberto Rivadeneyra dijo...

Completamente de acuerdo contigo, Greñas.

De hecho, eso es lo que ha latido de la nutrióloga, que me enseñó a comer bien. A esto le he agregado hacer ejercicio por mi cuenta y es bien chingón sentirse más saludable.

Y nada más cierto como la Voluntad para provocar cambios.

Espero verte mañana.

Jaime Alberto Tovar dijo...

Comer y rascar... todo es empezar.