25.2.09

El mundo contra sí mismo

El pasado domingo fue la entrega de los Premios Oscar. Para presentar a los actores y actrices nominadas a llevarse la estatuilla aparecieron cinco actices y actores, previos ganadores, para anunciar a los de su propio género. Dentro de las actrices estaba Sophia Loren (o lo que queda de ella). Se ve mal, muy mal. Tantas cirugías plásticas la han deformado al grado de restarle la belleza y porte que le caracterizaron en sus años de gloria. Todo en aras de conservar una juventud que a nadie nos pertenece.

Las etapas de la vida son eso, etapas, estaciones, momentos por los que hemos de pasar. Pretender que alguna de ellas dure eternamente es tan absurdo como pretender la inmortalidad. Pero, ¿qué estoy diciendo? Al parecer eso es lo que muchas personas en el mundo anhelan: una eterna juventud y, con ella, la inmortalidad. Me pregunto cuántos y cuántas estarían dispuest@s a hacer lo que fuera si les dijeran que habría esa posibilidad, la de vivir para siempre con su rostros de los 25-35 años. ¿Qué pasaría?

Me resulta escandalizante la negación de sí mismo que el ser humano posmoderno hace. En un afán de egolatría, muestra un enorme desdén de su persona, de su verdadero yo. Los seres humano, como todo el resto de la realidad material, estamos vivos para perecer. Nuestra existencia es finita, algún día se terminará. Igual lo es todo: la niñez, la adolescencia, la juventud, la adultez y la senilidad. Todo es un ciclo perfectamente estructurado donde cualquier atentado por modificarlo resulta en un atentado contra sí mismo. Una rosa es bella cuando es botón, cuando está floreciendo, cuando ha florecido y cuando se deshoja. La belleza no está en un momento, sino que cada momento tiene su belleza. Esto es lo que hoy hemos olvidado.

La cirugía estética nació con la finalidad de reestablecer un rostro quemado, una deformidad congénita o algo realmente monstruoso para que esa persona pueda incorporarse a la sociedad. Inmediatamente se vio la posibilidad de modificar no sólo a los necesitados, sino también a los que no lo estaban. Vanity, my favorite sin, le dice el diablo a su hijo en El abogado del diablo. Y sin embargo, es uno de los valores más explotados en la sociedad del vacío. El otro día vi un programa de televisión que se llama Dr. 90210. En él los cirujanos plásticos más reconocidos de Hollywood muestran sus "creaciones". Sabía de las operaciones de senos, glutéos, nariz, liposucción, botox y labios, pero lo que vi realmente me impresionó: un hombre se hizo liposucción para aparentar un abdomen de "lavadero". ¿Hasta dónde hemos llegado? ¿Acaso no lo ven? La cirugía plástica es contra natura. Es la manipulación de algo orgánico por medio de algo inorgánico. Una operación de senos puede costarle la vida a la mujer que quería "una talla más". El silicón que utilizan para dicha operación puede ser rechazado por el cuerpo e infiltrarse en su organismo. Entonces será plástico lo que corra por las venas, no sangre.

Además, es ponerse un disfraz que nunca podrán volverse a quitar. Es un abandono de sí, una violencia brutal. Cualquier tipo de mutilación lo es y por esta se pagan miles de dólares. ¿Por qué? Por dos razones: 1) lo material es un elemento muy fuerte en la psicología humana. Es un auténtico imán que nos hechiza y 2) porque estamos vacíos por dentro. No hemos cultivado nuestro interior. ¿Entonces qué hacemos? Lo llenamos de plástico. Caifanes, un grupo de rock mexicano, dice lo siguiente en su canción "Aviéntame": "Qué tristes senos tiene Carmela, el silicón le ha roto el corazón, y ahora llora como Ernesto, quien se ha castrado por falta de amor".

¿De qué nos habla esta letra? Del vacío en el que la sociedad actual vive, de la falta de amor propio. Ya lo señaló Lipovetsky en La era del vacío: estamos en una sociedad desorientada por su propia necesidad de llenar huecos. Como no hay nada dentro, entonces busco rellenar por fuera. Justifico y veo bien los implantes, liftings, botox y toda serie de procedimientos para quedar "perfecto". ¿Acaso no hemos caído en la cuenta de que la perfección sólo le compete a Dios? Y si se es ateo, entonces la perfección no existe. El mundo material --en el cual estamos inmiscuidos-- es imperfecto: la perfección es una ilusión de la mente humana: los círculos, los triángulos de 180°, los cuadrados...nada de eso existe en la naturaleza. ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo aceptar esto? ¿Por qué negar nuestra propia naturaleza? ¿Por qué negar quien realmente soy? La perfección no existe ni moral ni física ni racionalmente. La perfección, en este mundo material, sensible, es una ilusión, una idea. Y es de lo que carece esta sociedad: realismo.

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