El corazón de las tinieblas
Joseph Conrad
Byblos. Barcelona, 2007.
144 págs.
El viaje de Cristóbal Colón en busca de una mejor ruta para las Indias trascendió el descubrimiento de un nuevo continente. Encontró tal riqueza en América que desencadenó la fiebre por descubrir otras tierras. Así fue como los españoles se apoderaron de casi todo el Nuevo Mundo y los ingleses se asentaron en Norteamérica y Australia. Así fue también como belgas, alemanes, franceses, holandeses e ingleses se adentraron en África.
Joseph Conrad
Byblos. Barcelona, 2007.
144 págs.
El viaje de Cristóbal Colón en busca de una mejor ruta para las Indias trascendió el descubrimiento de un nuevo continente. Encontró tal riqueza en América que desencadenó la fiebre por descubrir otras tierras. Así fue como los españoles se apoderaron de casi todo el Nuevo Mundo y los ingleses se asentaron en Norteamérica y Australia. Así fue también como belgas, alemanes, franceses, holandeses e ingleses se adentraron en África.
Joseph Conrad (1857-1924) de niño, radicaba con sus padres en Polonia y sufrió las consecuencias de la invasión rusa. Los críticos sugieren que ese hecho fue tan impactante en el pequeño Joseph que influyó en la redacción de El corazón de las tinieblas (1902).
El paso del tiempo no resta actualidad a la temática de la obra. Marlow, un comerciante británico de marfil tiene como tarea buscar a Kurtz, también comerciante de marfil, quien en un momento álgido exclama: Exterminad a todos los salvajes. ¿Y quiénes son los salvajes?, puede inquirir el lector. Entonces se desborda la riqueza del texto, de por sí escrito con delicia, al desmenuzar la psique e inconsciente humano: frágil, real, capaz de tropezar y sucumbir ante el entorno.
La novela desvela con sutileza la mentalidad de la época y sugiere la crítica hacia la orgullosa civilización europea. El corazón obscuro es para Conrad la posibilidad de cualquier corazón humano, el de la gente instalada en las aldeas africanas. Él mismo permaneció un tiempo en el Congo –donde presumiblemente sitúa a la novela– y vivió la dicotomía salvaje-civilizado. ¡Qué mejor ilustración de las propias tinieblas que el mote de salvaje al africano!
Los paisajes tenebrosos se apoderan de las personas hasta la locura. Conrad escapó de la misma al escribir esta novela y dejar testimonio de lo que observó mientras vivía en África.
La expansión de la cultura europea también fue sangrienta y salvaje. Y hoy seguimos, todos, señalando a los que aún no se han subido al tren de la civilización occidental.