14.12.09

El síndrome Bartleby

El viernes terminé de leer Bartleby, el escribiente, un maravilloso relato de Hermann Melville, donde un copista que trabaja para un despacho de abogados en Wall Street cae en un estado de apatía por la vida y cuya frase es: "Preferiría no hacerlo". Excelente, de verdad lo recomiendo.

La euforia que me produjo terminarlo me llevó a otra lectura: Bartleby y compañía, una metanovela de Enrique Vila-Matas donde el autor español urga entre los anaqueles de la literatura en busca de bartlebys, de aquellos escritores que tras publicar una o dos buenas obras se retiraron en silencio. Rastrea los argumentos que han dado dichos literatos para "preferir no escribir", así como detalla algunos rasgos de las obras de estos bartlebys.

En México tenemos al bartleby por excelencia: Juan Rulfo. Vila-Matas encuentra en él el mejor pretexto dado para dejar de escribir --al menos el más creativo, dice--. Cuando a Rulfo se le preguntaba por qué después de Pedro Páramo y El Llano en llamas había dejado de escribir contestaba: "Es que se murió mi tío Celerino, que era el que me contaba las historias". Tal tío existió: era un borracho que iba de pueblo en pueblo confirmando niños. Rulfo acompañaba a su tío en dichos viajes, mientras los cuales éste le platicaba muchas historias: "puras mentiras", decía Rulfo, "y, entonces, naturalmente todo lo que escribí son puras mentiras". Genial. Seguiré re-leyendo Bartleby y compañía.

3 comentarios:

isolino dijo...

Veritas

De hecho, el tío Celerino nunca exisitió. Lo desmiete, como casi todo lo que aseguró Rulfo, Juan José Arreola. "Juan era un mitómano. Decía que su familia era de origen precolombino, hágname el favor".

Roberto Rivadeneyra dijo...

¡A poco no es genial, mi estimado Veritas!

isolino dijo...

Shandleby

De hecho, el Vila-Matas mix lleva dos porciones de Bartleby y dos de Shandy. Una gran bebida.