20.6.07

Yo celo, tu celas, nosotros celamos

Ayer en la sobremesa salió a colación un tema bastante socorrido entre los enamorados: los celos. Ese terrible sentimiento de inseguridad que nos invade cuando pensamos que la persona a la que le hemos entregado todo nuestro cariño pueda estar con otro ser es desgarrador. Sólo el hecho de saberlo con otra(o) puede desatar una furia incontrolable, misma que parece aumentar con el paso de los segundos antes que de enfriarse. Yo creo que todos hemos sentido semejante descontrol interno pero, ¿por qué? ¿Qué son los celos?

Lo primero que uno debe hacer ante una disyuntiva como la presente es remitirse, wittgenstanianamente, al incondicional diccionario. Busco en el RAE la definición del verbo celar y me encuentro con lo siguiente: celar.
(Del lat. zelāre, emular).
1. tr. Procurar con particular cuidado el cumplimiento y observancia de las leyes, estatutos u otras obligaciones o encargos.
2. tr. Observar los movimientos y acciones de una persona por recelos que se tienen de ella.
3. tr. Vigilar a los dependientes o inferiores, cuidar de que cumplan con sus deberes.
4. tr. Atender con esmero al cuidado y observación de la persona amada, por tener celos de ella.
5. tr. ant. recelar (‖ desconfiar).

La primera de las definiciones tiene una connotación positiva. Habla de ser guardián, custodio de aquello que a todos nos beneficia. También significa ser dedicado en el trabajo y cumplir cabalmente con las obligaciones. La segunda de ellas es donde nos encontramos por primera vez con el motivo de la tertulia que se sucitó ayer. Observar los movimientos y acciones de una persona por recelos que se tienen de ella. La palabra subrayada, recelos, nos habla de desconfianza. Ésta, aparentemente radica en la otra persona, es decir, somos incapaces de creer en la palabra de nuestro ser amado y por eso sentimos celos. Oculto tras el velo de la desconfianza hacia el otro está la verdadera razón de los celos, la desconfianza de uno mismo, la inseguridad propia del agente de los celos. El tema de la desconfianza plantea aquí otro, el de la responsabilidad. Al hablar de los recelos que se tienen de ella en realidad lo que estamos haciendo es depositar nuestra responsabilidad en otra persona. "Yo no soy responsable de sentir estos celos, sino el otro por hacérmelos sentir". Cosa más absurda y decadente. La única verdad aquí es que los demás no son causantes de mis celos, porque soy yo quien se está provocando esta sensación. Continúo con las definiciones.

La tercera forma de definir el verbo celar también es posible ubicarla dentro de las acepciones positivas, pues habla de estar al pendiente de que se cumplan los deberes. Denotativamente podría ser algo restrictiva. Sin embargo, considero que es un límite que sirve como guía antes que como una prohibición. La cuarta definición retoma el sentido de la segunda y la pule un poco. Atender con esmero al cuidado y observación de la persona amada, por tener celos de ella. Esa sensación de inseguridad ha sido abandonada para canalizarla hacia la atención. Aquí se tiende una trampa. Puede pensarse que es un acto positivo el hecho de que se busque el cuidado de la persona amada. En sí mismo lo es. Aquí, sin embargo, no. La atención no está proviniendo del hecho de amar a la persona, sino de celarla. Por que siento celos la atiendo. Y entonces vuelve a aparecer esa horrible sensación. La inseguridad sentida provoca la atención hacia el amado, no por el hecho de amarlo en sí mismo, sino por el miedo a perderlo.

El fenómeno de los celos es algo sumamente interesante. Es un sentimiento que sólo se presenta en la presencia de otro. Sin embargo, no es ese otro quien lo genera, sino el individuo que contempla al otro. Inserto aquí otro elemento que no se había analizado como parte de los celos, aunque me parece que está implícito. Además de la inseguridad experimentada en sí mismo como posibilidad de regresar al estado de soledad, está el hecho de la posesión. Se crea una cadena sui generis donde cada elemento eslabona perfectamente: el otro + inseguridad propia = posesión + el otro = distorsión de la realidad + inseguridad propia = pérdida del otro. Porque la posesión que se busca tras inundarse de celos no es la propia, sino la del otro. En ese momento dejo de ser yo mismo para mimetizarme en un otro que ni siquiera está siendo percibido tal como es, sino como desearía que fuera. He caído en un error primario entre realidad y pensamiento. La falta de objetividad es mi nueva condena. Este camino conducirá inevitablemente a provocar aquello que se había estado evitando, que el ser amado me abandone. Fue tal el miedo que lo único que se hizo fue alimentarlo. La irracionalidad de los celos cegaron la posibilidad de poder contemplar al otro como lo que es alejándolo de esta manera de nosotros mismos.

Es necesario partir de la confianza para recuperar la objetividad y, sobre todo, a nosotros mismos. La seguridad en uno mismo es cardinal no sólo para una relación amorosa, sino para cualquier acto que se lleve a cabo en la vida. Mi seguridad proyectará mi porvernir, de la misma forma que lo hará mi inseguridad, aunque sin los resultados esperados. Los celos pueden controlarse si desarrollamos la habilidad de controlarnos. Finalizo con una idea cínica: "Es propio de los sabios la autosuficiencia".

PD. El cuadro que acompaña esta entrada se titula Los Celos y su autora es una mexicana, Gabriela Sánchez Apodaca (http://www.pintoresmexicanos.com/gabriela/index.html). Considero veraz otorgarle el crédito a una pintora nacional.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Los celos son provocados! Y son sumamente peligrosos!
Para mi cuando en una relación existen celos es a causa de una falta de respeto o a causa de una mentira que solo dejo la desconfianza!

Saludos,

Anónimo dijo...

Los celos... ¡ay, Roberto! Los celos enloquecen a quien , previamente había enloquecido... de éxtasis, de la obnubilación que da el enorme placer de tener a alguien que de súbito trae luz a tu vida... los celos, Roberto, son algo que tenía yo años de no haber sentido... hasta que los volví a sentir.

Roberto, aunque recuperándola poco a poco, en estos 4 meses de perder la cordura he sentido y vivido y comprendido mucho, mucho mucho... inenarrable sin peligro de parecer el loco que me he vuelto... loco sí...

...pero también radiante.

Acuse de recibo a tu participación en mi espacio... en mi esacio. Échele ojo.

Un abrazo,
Lutzzz...

Imagíname dijo...

Los Celos...no me considero muy celoso, si los he sentido, pero depende mucho de la confianza que tienes en las otras personas, a veces siento celos de mis amigas, por diferentes circunstancias, y en cuestiones amorosas, si tambien he celado, lo normal dentro de mis parametros, confie en la otra persona, y al final de cuentas me abandono, talvez la debí haber celado un poco más, talvez hubiera podido hacer otras cosas, pero de talvez ya estoy harto en esta vida. Saludos y buen día!

Roberto Rivadeneyra dijo...

Anónino: Peligrosos, sí; provocados, no creo.

Lutzzz: Qué chingón que me leas de vez en cuando. Sí, vaya que uno se siente vivo cuando se está enamorado. Me da mucho gusto que sientas todas estas nuevas (o recuperadas) sensaciones. Sin embargo, sigo pensando que aunque el estar enamorado es un aliciente para radiar y querer poseer a esa otra persona, los celos pueden acabar con la relación.

Un abrazote y espero ahora sí verte en la cantina.

Roberto Rivadeneyra dijo...

Imagíname: Sí, digamos que los celos que se sienten como aquello que cuidas porque valoras, pero no como aquello que quieres poseer como si de un objeto se tratara.

Rodricus dijo...

Vaya tema el de los celos. Me parece que tú te centras en el una forma de los celos, que se funda en la inseguridad. En estos casos, puede que todo esté en la imaginación de quien los padece. Los celos así serían, como lo señalas, cercanos a la inseguridad.

Hace poco, sin embargo, estudié un preclaro tratado sobre el amor y el enamoramiento, de Francesco Alberoni. Él define los celos como un estado del desamor, cuando la persona amada (y con quien se ha consolidado una institución primitiva, la pareja) da a alguien más lo que nos corresponde. Aquí el celoso, por ejemplo, no sentiría celos de que su pareja esté con otras personas del sexo opuesto, o hable con ellas, o tengan encuentros amistosos. Los celos entrarán cuando la persona amada, por ejemplo, comparte la intimidad de pareja con la otra persona. Cuando abre en su mundo interior un pasaje que debería corresponderle sólo a aquella persona que ama como pareja. Me parece que en estos celos no juega necesariamente la inseguridad, ni el afán de poseer. Es un sentimiento más cercano a la envidia justa: yo veo que das a otro lo que deberías darme sólo a mí.

Roberto Rivadeneyra dijo...

Aciertas al afirmar que centré el tema de los celos sólo en la inseguridad. Precisamente fue porque eso fue lo que se discutió en la sobremesa. Ahora, el enfoque que expones me parece sumamente interesante. Creo que podría ser una mezcla de la definición 1 con la 2, eliminando el elemento de inseguridad que caracteriza a esta última. Vaya tema...

Zoe dijo...

Los celos son tan incomprensible como el kerer, sino lo haces con pasión te falta si es mucha la pasión exageras... En si todo depente hay almas ke necesitan vivir de ellos, muchos por inseguridad, otros tantos para darle la emoción. Hay algo ke sin duda no cambiara nunca, nadie puede decir ke en algun momento de su vida ha sabido de celos.... y el ke te diga ke no miente es al ke menos debes creerle....

Roberto Rivadeneyra dijo...

¿Entonces la pasión te lleva a celar? Por los diálogos llevados a cabo en esta entrada, todo parece indicar que así es.

Mariana dijo...

no, no. lo celos son sanos, mientras no sean enfermizos. los celos son la muestra de que la otra persona nos interesa, si no, no la celaríamos. pero aaaaaayyy! qué feos son! ese ardor en la boca del estómago...

Roberto Rivadeneyra dijo...

¿Entonces hablas, mariana, de una mezcla entre los celos de la definición 1 y los celos de la definición 2? Puede ser, sin embargo, qué ardor...