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27.8.09

Mis 33

Escena 1: Hoy por la mañana me estoy vistiendo para ir a trabajar. Mi hijo, a punto de meterse a la regadera, va a donde estoy y me pregunta: "¿Hoy es tu cumpleaños?" "Sí", le contesto.

Escena 2: Mi hijo me pide que cierre los ojos, lo cual hago y luego me dice: "Ya puedes abrirlos". Cuando lo hago me encuentro con la tarjeta que aquí comparto. "Son dos pasteles, mi nombre dos veces (en amarillo, su color favorito) y dos soles, papá". Mi hijo les dijo a sus mises que hoy yo cumplía años y que quería hacerme una tarjeta. Esto me conmovió como nunca antes algo lo había hecho.

27 de agosto de 1770

¡Feliz cumpleaños, Hegel!

"La historia es el progreso de la conciencia de la libertad".

"Nada grande en el mundo se ha hecho sin una gran pasión".

"Los hombres no son sino los instrumentos del genio del universo".

27.8.08

Hace 32 años diluvió

Era 1976 alrededor de las cuatro de la tarde cuando cayó una tromba. Mi madre iba en camino al hospital con dolores de parto. Mi abuela estaba ilocalizable --aún no existían los teléfonos celulares. Llegó mi bisabuela por mi mamá y se la llevó al hospital Santa Mónica. Llegaron como a las tres de la tarde --ustedes disculparán que haya datos flojos, pero lo comprenderán (como diría un buen amigo Viejo)-- y llevaron a mi madre para que iniciara los trabajos de parto. Le pusieron la epidural y a las cinco de la tarde con cinco minutos nació un varón de 51 centímetros y tres kilos.

Mi madre siempre lo vaticinó, mi hijo nacerá el mismo día que su tío Nacho, cuñado de mi madre. Y así fue, no se equivocó. Al poco tiempo llegó mi padre al hospital para estar con mi madre. El aguacero era insólito. Literalmente, las nubes cargadas de agua cayeron sobre la ciudad de México. En el hospital, sin embargo, lo que vivía era la alegría de una vida, el llanto que anuncia la salud y el bienestar --aunque no tanto, el niño nació con la bilirrubina alta y tuvo que quedarse en incubadora durante 48 horas.

En la casa donde vivían mis papás --Tampico esquina con Sinaloa en la colonia Condesa, planta baja-- el agua había llegado hasta el respaldo de los sillones. Al llegar mi padre por la noche encontró una alberca dentro del departamento y la perra que tenían --una dálmata llamada Gorda-- sobre la mesa del comedor refugiándose del agua. Así fue el inicio de mis primeras horas de vida fuera del útero de mi madre, fuera del hospital que me cobijaba.

Me gusta creer que los acontecimientos pasan por alguna razón, pero aún no descifro la sabiduría de la naturaleza ese 27 de agosto de 1976. ¿Por qué la tormenta?

27.8.07

Hace 31 años...

Mi familia, pero sobretodo mis padres, me platican cómo fue aquel 27 de agosto de 1976. Incluso es una historia que encuentro fascinante, pues en ella hallo algo especial. El relato es el siguiente:

Cuando nací cayó un aguacero de esos que últimamente han caído gracias a la presencia de los huracanes. Mi madre comenzó con los dolores de parto y mi bisuabuela fue quien la llevó al hospital para que la atendiera su ginecólogo. Yo estaba por nacer, pero el clima estaba imposible. Lograron llegar al hospital y a las 5 de la tarde supe lo que era el mundo afuera del útero de mi madre. Mientras, afuera caía un tormentón. Mi padre no pudo llegar a tiempo gracias a la fuerza de la lluvia que no dejaba de caer. Finalmente, poco a poco fue llegando la familia. Sin embargo, se dice que fue un día caótico en la ciudad de México pues varias calles quedaron anegadas gracias a la precipitación infernal que ese día se dio.Mis papás vivían en un departamento en planta baja con la Gorda, una dálmata. Me platican que cuando mi padre arribó al departamento lo encontró todo inundado y la Gorda subida en una mesa procurando evitar el agua que cubría algunos de los muebles. "Vaya día para nacer", pienso en ocasiones. Aún no encuentro el significado total a este hecho natural tan intenso justo cuando nací. Probablemente, sea sólo un per accidens y no signifique algo. No lo sé.

A todo esto, ¿qué tiene que ver una foto de Hegel aquí? Que orgullosamente el filósofo alemán nació el mismo día que yo, de 1770. No lo sé para los demás, pero para mí resulta fascinante saber que comparto onomástico con alguien como él.
Finalmente, otra coincidencia que desde pequeño me gusta relatar. También comparto fecha con la erupción más feroz del Krakatoa (27/agosto/1883). Tal vez allí radica una de las fuentes de las cuales extraigo esa admiración por los fenómenos naturales. El Krakatoa no sólo realizó una erupción de dimensiones mayúsculas, sino que además produjo el maremoto más grande jamás registrado, además de que la onda explosiva se escuchó a unos 6 milo kilómetros de distancia y la energía de la erupción se calcula en 100 megatones (Hiroshima fue de 20).
Sólo quería compartir algunas cosas un poco personales.