Hace una semana escribí en este espacio sobre la discusión que suscitó que unos jóvenes publicaran en Twitter la localización de los retenes de alcoholímetro que hay en la ciudad. La razón es obvia. Entonces la Secretaría de Seguridad Pública se molestó y dijo que tomaría medidas contra los twitteros. Total que hoy leo en el periódico que a quien publique en Twitter sobre la localización de algún retén será castigado con la cárcel. Insisto, el problema no es de Twitter, estos mismos jóvenes lo seguirán haciendo vía SMS. Todo parte de una educación cívica deficiente y de una pobre lectura de la moral y la ética personal. Pero también, del ejemplo que los políticos y funcionarios públicos del país dan. Me pregunto cuántos diputados, senadores, gobernadores y altos funcionarios llegaron al puesto que tienen por méritos propios. Todos sabemos que para ingresar a tan selecta élite se requiere de "palancas". No dudo que haya uno que otro despistado que está allí porque lo merece y honestamente lo consiguió. Para vergüenza nuestra, muchos llegan por otros caminos --más cortos, más poderosos, más fáciles-- que por el correcto. "El que no transa no avanza", decía entonces y lo sostengo. Los twitteros del alcoholímetro siguen al pie de la letra el ejemplo que muchos funcionarios públicos proyectan. Pero como todo en México, ¿para qué educar, si puedo poner un tope, una restricción --física o mental? ¿Para qué ejercer la ley y capacitar al pueblo si mejor, más fácil y rápido puedo reprender autoritariamente? El juego del gato y el ratón...
1 comentario:
la solucion es la misma que contra la pirateria. Lo que tiene que hacer el gobierno es poner calles falsas en el tweeter de tal modo que parezca que hay alcoholimetros en todas las avenidas, asi los borrachos se verian abrumados y preferirian no salir o se irian por pura callesita sin poder subir mucho la velocidad
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