Ayer saqué mi pasaporte. Tras dar una vuelta de más --aunque he de reconocer que la burocracia en México parece estar muriéndose lentamente-- obtuve mi documento. Llevaba, por supuesto, el anterior, el vencido. Aquí las fotos del viejo y del nuevo, que lo que reflejan es a un joven frente a un viejo.
1995. 18 años. Joven, esbelto, entusiasta, lleno de vida y gozando del último año de preparatoria. Ansioso por vivir.
2008. 31 años (casi 32). Cansado (y también casado, que es casi lo mismo), amargado, lleno de responsabilidades y falto de vida. Con la redacción de la tesis de maestría en curso y el grado pendiente. A la espera de un golpe de suerte para poder vivir de leer y escribir. Con tres horas de descanso en promedio a la semana.
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3 comentarios:
evidentemente, no son la misma persona, a quién pretendes engañar?
Y sin embargo, son el mismo. Lo del descanso está fatal... ¿pero amargado?
Espero sólo que haya sido una mala racha de días.
En la primera pareces youngky y en la segunda narco, jijiji: Wanted.
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