Karina me mandó un mensaje para reclamarme. Me tomó por sopresa. Le contesté el mensaje. A las pocas horas, supongo que vio el mensaje, respondió con otro mensaje. Lo abrí, lo leí y cortesmente hice lo propio. La indignación de Karina fue evidente en el siguiente mensaje que me llegó. Así que pensé: "ella, ¿indignada? Ni madres". En chinga teclee las palabras en el celular y lo envié. Yo sí tenía motivos para estar indignado. Le reclamé por su descortesía. Me contestó que "una cosa no tenía que ver con la otra", y que "ya no tenía sentido aclararlo". No respondí.
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