Llegué puntualmente a mi trabajo. A las 9 estaba entrando por la puerta, y a las 9 con un minuto prendía mi computadora. (¿Mía?, la que utilizo para trabajar.) Abrí los cajones del escritorio donde está la computadora que llamo mía y por lo cual también comenzaré a apropiarme nominalmente del escritorio. Al hacer esto, abrir mis cajones, comencé a disfrutar de ese exquisito olor a vainilla que uno de ellos exuda. Allí guardo el tabaco para mi pipa que puntualmente fumaré en la tarde. ¡Qué bien huele!
Vaya, ese dulce olor terminó por despertarme en esta mañana de lunes y me recordó lo sabroso de la pipa vespertina. Buen día.
4 comentarios:
A veces menospreciamos el olfato, pero que bien se siente cuando un olor evoca toda una época de la vida, una persona, un momento o un gusto. A mi me pasa mucho, recuerdo por el olor.
Aprovecha, aprovecha...pocos paises quedan que todavía se permita fumar en el trabajo.
jajajaja quiero una pipa, tengo tabaco griego, pero me falta una pipa.
Uff!! y deja que ese tabaco griego es exquisito!, podeis fumarlo en sabanitas de papel arroz, así es como lo hacía yo al momento de comprartelo; en cuanto a tu entrada Roberto: Es lo mismo que a mí me sucede todas las mañanas cuando enciendo mi primer cigarro e irremediablemente evoco un ligero a olor a café.
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