El martes sentí un frío terrible. Además, salí de casa con ropa ligera (no me gusta ponerme las toneladas de suéteres y demás protecciones contra el frío). Bien, pues la experiencia fue en esa ocasión mi mejor maestra. Jueves y viernes he llegado forrado con abrigo, bufanda y guantes a la oficina. También así llegué a dar mis clases. Hoy alguien me preguntó que si estaba enfermo por la forma en la que vengo arropado. Contesté que no, que mi atuendo responde sencillamente a que no quería vovler a pasar frío y que lo llamo: atuendo preventivo. Hasta cierto punto el frío no me desagrada; me he dado cuenta que lo que detesto es estar excesivamente vestido. La ropa, para mí, en muchos sentidos, es un estorbo. Sin embargo, es necesaria para vivir en sociedad... qué le voy a hacer.
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