Una vez más dedicaré este espacio a denunciar la falta de civilidad al volante. Ahora hablaré de otra mafia, los microbuseros. Esta gente tiene control sobre las calles de la ciudad de México y su dominio es tal que jamás obedecen las paradas destinadas para descender y subir pasaje. Difícilmente existe policía que les pida acaten los lineamientos de tránsito. Si un automovilista tiene un percance con ellos, digamos un choque, el particular siempre saldrá perdiendo ante la organización microbusera.
Para llegar a mi trabajo siempre utilizo Eje 7 Sur por ser la que me queda directa (auténticamente es una línea recta de mi casa a mi oficina). En el trayecto cruzo Avenida Universidad y allí es donde se genera la mayor parte del tráfico. Una vez que logro cruzar la avenida puedo llegar a mi trabajo, en ocasiones sin que me toque un solo semáforo en rojo. Pero el cuello de botella que generan estas personas con sus microbuses es auténticamente absurdo. Lo que hacen es detenerse --aunque esté la luz en verde-- en ese cruce a subir pasaje, invadiendo en ocasiones como hoy hasta tres carriles, dejando sólo uno libre para que los particulares circulemos.
El problema en realidad es bicéfalo y de allí se ramifica cual columna vertebral con costillas. Veo, por un lado, el exceso de este transporte público en las calles de la ciudad. Esto responde a varios factores: a) falta de planeación de la ciudad hace 50 años, b) corrupción sindical, c) transporte público ineficiente para la población de la ciudad, d) el centralismo del país. Por otro lado está la ineptitud de nuestro sistema judicial donde también hay varias aristas: a) corrupción policíaca, b) imposibilidad de cumplir los reglamentos de tránsito, c) complicidad entre mafias.
¿Por qué le cuesta tanto trabajo al mexicano seguir lineamientos? Es como si las reglas nos provocaran sarna. Desde la puntualidad hasta algo tan simple como no invadir las líneas peatonales al estar detenidos en un semáforo...no entendemos por qué hay que hacerlo. El individualismo mexicano alcanza proporciones desorbitantes. La ciudadanía es una cuestión de racionlidad: ser un buen ciudadano, se cívico, es conveniente para todos. Seguir las reglas es conveniente para todos --aunque no estemos de acuerdo con algunas de ellas--. Tener principios y seguirlos es bueno para todos. ¿Acaso es muy complicado de entender esto?
4 comentarios:
Amigo Cavernario, a propósito de los microbuses destapaste una lata de gusanos.
Por mi parte, cuando los camiones o microbuses hacen eso, me dan ganas de irme a parar enfrente y no dejarles circular a ellos. Pero entonces recuerdo que la venganza nunca es buena...
Por mi parte, diré que las leyes me dan sarna, sí. Pero no creo que el salpullido sea por individualista, que claro que lo soy. O, quizá mejor pensado, puede bien ser por pereza, que es la forma más holgada del individualismo.
Aqui en España las reglas también se las pasan por la torera muchisimas veces... Yo opino como tú, es mejor para todos seguir las reglas por el bien del conjunto...Pero en fin cada cual sigue haciendo lo que le da la gana. Pero al menos nosotros no nos lo callaremos!!! verdad??
FELIZ NAVIDAD amigo y feliz 2009.
MIl sonrisas.
ANA
Ay, Chunguita, platonista de mierda, kantiano y hobbista!
jajajaja tu última pregunta fue tan...
pero tienes la boca atascada de razón primo, el problema del mexicano es que cree que vive solo.
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