
y junto a tu cara me adormezco
como lo hace un pabilo
que de otro toma el fuego.
Y hay dos lucecitas
mientras pasa la llama y el sueño hila.
Y mientras hila tiembla
la cladera en el sótano.
Abajo arde una materia fósil,
arde en el fondo de la Prehistoria. Muertas
hullas fermentadas, sumergidas,
flamean en mi radiador.
En una oscura aureola de petróleo
el cuartito es un nido calentado
por residuos orgánicos, hogueras y fluidos.
Y nosotros, pabilos, somos dos lenguas
de esa única antorcha paleozoica.
Valerio Magrelli
¡Qué nunca cesen los abrazos del propio abrazo....!
ResponderBorrarMil sonrisas.
ANA
me gustó mucho el poema... te mando un abrazo desde la ciudad de las luces.
ResponderBorrarque nunca se apaguen! (ni las luces ni los abrazos, que son luces también)
Me gusta pensar que Magrelli también nos une, Roberto.
ResponderBorrarLa traducción me parece un poco sospechosa, sobre todo por la falta de musicalidad. ¿De quién es?
La traducción es de maestro, Guillermo Fernández.
ResponderBorrarY junto con Magrelli otros autores y experiencias que nacieron a partir de ese mono-taller literario.